Desde tiempos inmemorables el ser humano ha sentido la necesidad  de avanzar para  mejorar su calidad de su vida. Gracias a esos primeros «soñadores» que nunca se rindieron hasta alcanzar sus sueños, hoy en día la civilización es lo que es.

¿Donde estaríamos sin el bronce, el hierro, la electricidad, la bombilla, el autogiro y miles y miles de los avances con los que hoy contamos?

La raza humana ha llegado hasta aquí gracias a esos soñadores que en su momento tuvieron una idea y la convirtieron en un sueño por el que merecía la pena luchar. En su empeño por alcanzarlo, el camino no siempre fue fácil, pero el deseo por obtenerlo, la constancia y el sacrificio, dieron sus resultados.

Hoy, al igual que sus antecesores, el ser humano de hoy sigue soñando. No se conforma con lo que hay y sigue investigando en proyectos que a primera vista parecen de ciencia ficción pero que son los cimientos de un futuro no muy lejano.

Olvidemos por un momento a esos grandes genios y centrémonos simplemente en los ciudadanos «de a pie» como tú y yo. Como seres únicos que somos, nosotros también tenemos la capacidad de soñar (es lo que nos diferencia de las otras especies vivientes de la tierra) Los animales y los vegetales no están provistos de la capacidad de raciocinio y por lo tanto son incapaces de pensar y de soñar.

Podemos decir sin temor a equivocarnos que un ser humano sin sueños, sin metas, es una persona muerta en vida.

Pero no nos engañemos. Alcanzar aquello que verdaderamente convertimos en un sueño no es nada fácil. Hay que estar dispuestos a pagar «un precio» para alcanzarlo, y cuando digo pagar un precio, no me refiero a pagar un precio económico, si no a hacer todo lo necesario (siempre dentro de unos límites éticos y morales) para alcanzarlo.

Un sueño requiere de un primer pensamiento y de convertir este pensamiento en una realidad que «nos queme» para crear la necesidad de poder obtenerlo. Pero además de esa necesidad, se necesita tener un plan para poder llegar hasta él. Por el camino encontraremos un montón de dificultades que tenemos que estar dispuestos a superar con tesón, esfuerzo y sacrificio. Ese es el precio al que me refería anteriormente. En ese camino por recorrer, caeremos un montón de veces, es decir, fracasaremos. Lo importante no es caer si no volverse a levantar para continuar avanzando. De cada fracaso aprenderemos algo nuevo. Lo importante es volverse a levantar. No olvidemos que el éxito está basado en esos fracasos. Solo se fracasa cuando decidimos abandonar nuestro sueño.

NO CULPES A NADIE DE TUS FRACASOS. Ni  a los demás, ni a tu entorno ni  a la naturaleza.

El éxito o el fracaso a la hora de alcanzar tu sueño solo dependen de tí. De tu VOLUNTAD y  ACTITUD

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