SER ESCRITOR

El placer de escribir

El placer de escribir.

 

El otro día un amigo, también escritor «de los miles que hay que por no ser aún muy conocido, tiene que auto editarse (como yo) sus obras, me preguntó–Paco ¿Por qué a tus años te ha dado por escribir?

–Buena pregunta–le respondí–supongo que te sonará a tópico, pero te diré que lo llevaba en la sangre desde que nací. Siempre he sido un gran soñador.

–Lo que no comprendo es como, después de conocer lo sacrificada y nada rentable que es esta vida, continuas cada día escribiendo con más ganas. Ya habrás comprobado por ti mismo que aquellos con los que pensabas que podías contar para que difundiesen tus obras son los primeros que te han fallado.

–Si he de serte sincero, la vida ya me ha enseñado a no contar demasiado con las personas más allegadas. Una cosa es decir «cuanto te admiro y te quiero» y otra muy distinta es demostrarlo. Los verdaderos amigos son los que no te adulan, pero siempre están a tu lado, tanto en los buenos como en los malos momentos, para echarte una mano.

–En eso te doy la razón, pero te diré que en muchas ocasiones esas personas, son las que me hacen pensar que efectivamente no valgo para esto y me dan ganas de mandarlo todo a la mierda.

–A mí me ocurre todo lo contrario. Estoy convencido de que cada NO que recibo me acerca un poco más al éxito.

–Lo que ocurre es que todo lo ves de forma positiva. Yo soy todo lo contrario, soy bastante pesimista.

–Quizás sea porque tú escribes enfocándote en el dinero que vas a ganar con cada libro.

–¿Y tú no?

–No amigo mío, yo escribo pensando en la satisfacción que va a sentir la persona que compra una de mis novelas, porque cuando las escribo solo pienso en que el lector pase un buen rato leyéndola y se olvide  por un momento de todas sus preocupaciones mundanas. Quiero que sientan lo que sienten mis personajes, que se identifiquen con ellos, lo mismo que hago yo cuando los creo. Te diré un secreto: Cuando empiezo una novela lo primero que hago es enamorarme del primer personaje que aparece, luego del siguiente, y del siguiente.  Y así con todos. Sus vidas las hago mías, porque en el fondo yo soy el que los ha engendrado, aunque después, renglón a renglón, párrafo a párrafo voy dejando que vayan creando su propia vida frente a las situaciones a las que les voy situando. Es muy sencillo, dejo que ellos mismos sean los que me dicten que escribir en cada momento.

–Pero… es el escritor, somos nosotros los que plasmamos lo que pensamos en el papel. Somos los que los creamos y los que ideamos la trama de la novela.

–¿Tú crees? Yo no lo siento así. En estos momentos estoy terminando una, y a veces, en mi mente se «cuela» un personaje nuevo que no corresponde a esta novela. Es el o la personaje de la próxima. Entonces rápidamente, apunto en un cuaderno lo que me dice y describo la situación del momento en que lo hace. Desengáñate amigo, son ellos los que acuden a nuestra imaginación para que los creemos, nosotros, los escritores, solo somos meros intermediarios para contar sus historias tal y como ellos nos las dictan

–Te veo muy convencido de lo que dices.

–Lo estoy Jose, lo estoy. Y ahora, si me lo permites te voy a dejar porque necesito ir un rato con ellos, Aurora espera impaciente poder conocerlos cuanto antes. Para un escritor ese es el verdadero beneficio de una obra. Saber que en alguna parte hay un lector que espera impaciente que salga para poder comprarla y disfrutar de su lectura. ¿El dinero? El dinero solo sirve si no lo tienes, para poder editar la siguiente, y una vez amortizada esta, sacar la siguiente.

–¿Soy un  soñador? SI ¿un poeta? Si ¿Un cuenta vidas? Si. Soy un ESCRITOR.